Alimentos: crece la brecha entre el consumo real y el recomendado nutricionalmente
Un estudio del Centro de Almaceneros expone cómo se está reconfigurando la dieta de los hogares, con un sobreconsumo de ultraprocesados y una carencia de nutrientes esenciales.
Lunes 25 de agosto 2025 | 13:30 Hs.

La actual crisis económica, dominada por una caída importante del poder adquisitivo de los hogares, está obligando a miles de familias a modificar sus hábitos alimentarios, adecuándolos a sus reales posibilidades económicas, aunque en desmedro de la calidad nutricional. Así lo revela un análisis comparativo nacional realizado por el Instituto de Estadísticas y Tendencias Sociales y Económicas (Ietse) del Centro de Almaceneros de Córdoba, que muestra una profunda brecha estructural entre lo que las familias consumen realmente y lo que las recomendaciones nutricionales de Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec) sugieren. El estudio –basado en encuestas a 3.750 hogares– analiza el consumo de alimentos en hogares de cuatro integrantes de las 23 provincias del país y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y subraya que factores como el precio, la accesibilidad y estrategias obligadas de sustitución están moldeando patrones alimentarios que se alejan sistemáticamente de una alimentación saludable. Los resultados no solo identifican desviaciones significativas por exceso y por déficit, sino que también las asocian con las condiciones socioeconómicas de los hogares de menores recursos. “Este fenómeno se encuentra estrechamente vinculado con la pérdida del poder adquisitivo en amplios sectores de la población argentina”, afirman los responsables de la investigación en las conclusiones. La investigación expone un panorama actual caracterizado por un sobreconsumo de harinas, panificados y azúcar; un déficit notable de frutas, verduras de hojas verdes y lácteos; una alta concentración en alimentos de bajo costo; y una preocupante sustitución de alimentos nutritivos por otros de menor valor nutricional.
Sin embargo, se registra como fenómeno compensatorio un mayor consumo de huevos (51% más de lo previsto en la tabla nutricional del Indec). Esto sugiere una sustitución parcial de lácteos por huevos como una fuente de proteínas más accesible, aunque con la desventaja de un menor aporte de otros componentes vitales, como el calcio. Finalmente, en el rubro “Otros Alimentos” se advierte una alta proporción de productos calóricos de bajo nivel nutricional. En este sentido se destaca la ingesta de azúcar, representando el 30% del total del rubro y superando en un 45% las recomendaciones oficiales. Otros productos, como el café, la margarina, el dulce de batata y la mermelada presentan consumos mínimos. La yerba mate, con un 13% de participación, ocupa un lugar destacado, funcionando también como sustituto de otros alimentos.
Más calorías, menos nutrientes
Según la investigación del Centro de Almaceneros, en el rubro “Carnes” se observa una fuerte concentración de consumo de pollo fresco y sus subproductos, que representan el 51% del total, incluyendo menudos, alitas y carcasas. Por su menor precio, aumentó el consumo de pollo, en desmedro de la carne vacuna. (Nicolás Bravo) Esto ocurre en detrimento de las carnes rojas, de mayor costo, lo que revela un consumo condicionado por la accesibilidad económica. La situación en el rubro “Frutas y Verduras” es aún más preocupante. Se registran déficits generalizados respecto a las recomendaciones nutricionales, con reducciones superiores al 50% en frutas esenciales como la banana y la manzana. Las únicas excepciones en este segmento se dan en productos de bajo costo, como la papa, cuyo consumo supera en un 28% lo recomendado, y la cebolla, con un 48%. Un dato ilustrativo de la sustitución por precio es el tomate envasado, que muestra un incremento del 140% respecto a lo recomendado, actuando como un sustituto directo del tomate fresco, asociado a factores de precio y rendimiento. El segmento de “Harinas y Legumbres” también muestra un consumo excedente respecto a las recomendaciones, fuertemente concentrado en la compra de pan francés, que representa el 57% de la participación relativa, y de fideos secos. Esta configuración deriva en una dieta de alta densidad calórica, que genera una mayor sensación de saciedad, pero con un menor aporte de fibra y micronutrientes esenciales.Consecuencias para la salud
Las conclusiones del estudio advierten por el impacto en la salud de la población de estos hábitos de consumo obligados por la situación de crisis económica. De hecho, se destaca la existencia de una “subalimentación en rubros críticos para la calidad nutricional, como frutas, verduras y lácteos”, lo que compromete seriamente la ingesta adecuada de proteínas, vitaminas, minerales y fibras. Paralelamente, el sobreconsumo de harinas, panificados y azúcar incrementa el riesgo de enfermedades crónicas no transmisibles, como la obesidad infantil, la diabetes y las enfermedades cardiovasculares. La obligada elección de productos de bajo costo (pollo, papa, pan, azúcar) “configura un patrón alimentario que responde estrictamente a condiciones socioeconómicas”, señalan los responsables de la investigación. E indican que estos hallazgos deben constituir una alerta “urgente” para el diseño de políticas públicas. “Es fundamental que estas políticas se orienten a mejorar el poder adquisitivo de las familias, garantizando la accesibilidad a alimentos esenciales y con calidad nutricional”. “Solo a través de intervenciones focalizadas se podrá comenzar a cerrar la brecha entre la dieta real y la dieta recomendada, sentando las bases para una población con un consumo más sano”, finalizaron.Más leídas
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